Torpe como un suicida sin vocación, oscura como un túnel sin su tren
expreso, febril como la carta de amor de un preso, perdida como un santo
sin paraíso, como el ojo del maniquí, huraña como un barco sin
polizones, vencida como un viejo que pierde al tute, inquieta como un
cura en un búrdel, sola como un poeta en el aeropuerto, inútil como un
sello por triplicado, como el libro del porvenir, violenta como una niña
sin cumpleaños, como el perfume del desengaño.
Lo que yo quiero es que mueras por mi.
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